
Era otro día cualquiera. De pronto escuche un fuerte grito tuyo proveniente del baño, sentí que se caía viña del mar entero, salté de la cama como un animal, corrí a ver que te pasaba. Estabas llorando con tanta pena, que se me partió nuevamente el alma con furia. Te pregunte que te pasaba y no me dijiste nada. Solo llegaste y me abrazaste con tal desolación que enloquecí. Dime, dime, dime (te rogaba), necesito saber si algo te hicieron. Mi bebe tranquila, por el amor de Dios, tranquila. Solo dime ¿Que pasa? Sentía un miedo tal que nuevamente el pecho quería salirse dentro de mi, mientras pensaba en que armamento debía utilizar para no dejar huellas, ya me había entregado al peor de los destinos. Solté la única lágrima que había guardado exclusivamente para el funeral de mi madre, y te la entregue junto con mi libertad condicional. Te abrace por segunda vez, después del día en que naciste. Y te solté para saber el nombre de quien esa misma tarde daba el último de sus suspiros. Volví a mi ira. Por un demonio ¿dime que te hicieron? Entre tristes sollozos me dijiste nada, nadie me ha hecho nada, se que jamás lo permitirías hermanito. Pero estoy triste. Tengo solo 10 años y ya soy una señorita…